El mismo Julián dice que el lunes un mensajero dejó su moto en el estacionamiento mientras entregaba un paquete en el condominio y al regresar le habían robado el casco, como siempre pasa por aquí.
Dice que el muchacho corrió desesperado hacia la calle para ver si encontraba al ladrón y así fue, un poquito más allá iba muy “forondo” con el casco en la mano, caminando de lo más tranquilo.
Al parecer, dice don Julián, que el grito del mensajero fue tan grande que el ladrón soltó el casco en el acto y echó a correr como gacela en persecución y sin mirar atrás. El mensajero recuperó el casco y con la misma fuerza le gritó de nuevo: “¡Ladrón hijo de puta!”.
Finalmente, y esto sí lo vi yo mismita, mientras el chamo regresaba al estacionamiento revisando si el casco estaba en buen estado, el ladrón se regresó y de un golpe en la nuca lo tumbó. El muy abusador había regresado a darle una paliza de puños y patadas al pobre mensajero, mientras le decía: “Con mi mamá no te metas, con mi mamá no te metas”.